martes, enero 16, 2007

Nombres de otro mundo

DE UN NOMBRE ASÍ, UNO ESPERA GRANDES COSAS (EL ANTROPÓNIMO COMPUESTO EN HISPANOAMÉRICA)

Hace unos días entré en el Saga* a poner notas y descubrí que existía la opción de ver la lista de alumnos por nacionalidades. Al margen de otras observaciones, como que hemos recuperado la letra K del alfabeto gracias a la inmigración de los países del Este, la copla con la que me quedé fue con la de los nombres propios que gastan mis alumnos de procedencia sudamericana. Sí, ya sé que todos tienen presentes estos usos gracias a las telenovelas, pero verlos en listado y juntitos, impresiona. Todos, como mínimo, tienen dos. Como máximo, tres. Ahora bien, nada más lejos de los humildes y socorridos José Antonios o Juan Josés de aquí.
Viviana Raquel, Alexis Brandon, Gilda Paola, Brenda Magali, Facundo Martín, Ariana Monserrate, Guzmán Edison, Eunice Gabriela, Nicolás Maximiliano, Mauricio Andrés, Leandro Federico, Marcela Constanza, Bruno Alessandro, Fernanda Elsa, Gastón Marcelo y Evelyn Sofía por poner algunos ejemplos, habrían de ser, desde la cuna, pasaportes al éxito –creo yo-.

OBSERVACIONES

1. Es casi imposible el hipocorístico por acronimia del nombre compuesto. Alebran, Gilpa, Brendamá, Nicomax o Facunmar son combinaciones imposibles, cuando no directamente cacofónicas. Claro que igual se pensó lo mismo de Juanan o de Josemari o de Anabel en su día.

2. Sería de esperar que los progenitores dedicaran a la crianza y educación de los hijos un tiempo directamente proporcional al que emplearon en la elección de sus nombres.

3. Sería curioso un trabajo de investigación acerca de las resonancias literarias, nobiliarias, monárquicas, cinematográficas o anglofílicas que hay detrás.

4. Por aquí, en otros tiempos, existía la costumbre de poner tres nombres de pila (que no figuraban necesariamente en el registro civil). Dos de mis parientes más cercanos ostentan los de Salvador Antonio Mariano y María Josefa Teresa. Obsérvese la diferencia de pretensiones.

En fin, como dijo hace poco una dilecta, a la par que involuntariamente poética, alumna en un examen de Bachillerato: “Los dialectos son modalidades que nacen en una misma geometría”. Y claro, dime en qué geometría has nacido y adivinaré cómo te han bautizado.

Por cierto, de aquí a un tiempo, ya no habrá Marianos.

*La imaginativa de los prebostes informáticos a la hora de nominar sus programas también da de sí; aquí en Cataluña, por ejemplo, tenemos Saga, Phobos o Phantom.
¿Sabrán estos señores que phobos es "terror, miedo, pánico, espanto"? Teniendo en cuenta que así se llama el servidor donde se aloja el aula virtual del centro y que hoy estaba colgado, no sé, me da repelús. Como las bases de datos están en Phantom, siempre pueden decir que ha sido un “poltergeist”. Hombre, como excusa, no está mal pensado.

jueves, noviembre 09, 2006

Gustando meme

PISTA 1: Si no me he descontado, hay trece personajes enredados.
PISTA 2: Todos están muertos, menos cinco (creo, a ver si jugando me voy a cargar a alguna gloria poética).
PISTA 3: Se valen calambures.
PREMIO: Ninguno, o si acaso, un café.
ENCARGO: Para Violante, la reina amiga de la reina, para el mestre, que ya habrá superado el jet lag, y para el cocodrilo colombiano, a ver si se abre blog.
Ricardo mató al león con el corazón en un puño. Atravesado por la rabia, quiso adentrarse en el jardín. Menos mal que el jardinero, en julio corta zarzas sin descanso y allí la encuentra, encendida la mirada. Antes de hacerle su proposición, Ricardo piensa: ¿A Rosalía castro si la conmino a abandonar su reino? A su lado está su hermano Antonio; colinas abajo se oye al capitán repartir suerte:
Javier, capitán
Ernesto, cardenal
José, cadalso
Federico, la horca...
No deja Ricardo que el rumor lo distraiga y se acerca bravo al murillo que los separa; lleva su amigo Gonzalo, rojas las armas de la gloria, fuertes se oyen las pisadas, pero ya está demasiado próximo a ella, su corazón lo empuja, aparta a Javier, cercas destruye y...

Al fin se miran a los ojos: Blanco, dice ella. White, responde él.

jueves, octubre 26, 2006

Literatura y prolapsos uterinos


Con gran éxito de crítica y público, esta semana mis alumnos de literatura de modalidad han terminado Cien años de soledad. Se les han puesto los vellos de punta, se han turbado, emocionado, enamorado y odiado a los personajes y les ha dado mucha pena acabar el libro.
Público: cinco alumnas cinco y un alumno testigo de Jehová. Este último dato puede parecer extemporáneo, pero no lo es. En la modalidad de alumnos de diferentes religiones que pueblan mis aulas, los testigos son, para mí, los más extraños. Muy correctos y educados, pero extraños. Los musulmanes, los evangelistas, los ateos… no tienen inconveniente en explicar sus modos de ver las cosas. Los testigos, en general, no dicen nada. Y el señor Beyer, mi alumno, no dice nada de nada.
Fuera quedan anécdotas como las de la alumna que, al preguntarle dónde hacía los deberes para evaluar si las condiciones eran óptimas, repetía que en el salón. Que luego resultó ser El Salón del Reino y que aparte de Jehová, estaba acompañada por compañeros de confesión ruidosos que disturbaban su concentración.
O aquella vez en que en la biblioteca comentábamos con los alumnos de literatura el mito incestuoso de Tammar y Ammón (la culpa era de Lorca, vayan a pensar que servidora es pedante y/o morbosa) y una alumna que estaba buscando un diccionario, intervino para presentarse: aunque no era incestuosa, ella era Tamar y pensaba preguntar a sus padres (testigos) por su nombre en cuanto llegara a casa o al salón.
Fuera queda también otros condicionantes: su relación, escasa o no, con los compañeros que varía dependiendo de cada familia. Y otras cuestiones como el aspecto externo: los testigos, en general, no llevan piercings, ni tatus, ni enseñan el tanga y sí usan camisa (una prenda en extinción) o camiseta que algunos llevan metida por dentro del pantalón o se peinan con raya como el señor Beyer.

Al margen de todas estas cuestiones, he de decir que yo doy la clase exactamente igual tanto si tengo delante musulmanes, como agnósticos, como catequistas cristianos, como evangelistas… y nunca he tenido ningún problema. Cuando leímos la Celestina, mi Calixto (el único varón de la clase) era negro y musulmán, por ejemplo. Pero expresaba su opinión sin problema ninguno. ¿Dónde está pues el del señor Meyer? Pues en que, a pesar de su inteligencia y cultura, es impenetrable.

A lo largo de este mes y medio de lectura y comentario de Cien años de soledad, no he podido evitar constatar de reojo el sonrojo constante del futuro misionero, que lee la Biblia en todos y cada uno de los patios desde que volvió con su familia de Sudamérica en 3º de ESO. Y no sé calibrar si el sonrojo se debe a cuestiones morales, de personalidad o simplemente, al hecho de estar en franca minoría respecto a sus compañeras.
Ha sido el primero que ha acabado la novela; ahora que, a ver, si tu libro de referencia es la Biblia, cualquier otro te ha de parecer corto ¿no?

Todas sus compañeras (menos una) son del tipo “suelto”, esto es, emocionales, extrovertidas y comunicativas. Y no seré yo la que corte alas, en cualquier caso, las reconduzco.
Entre las chicas hay una, Anita Pérez, futura profesora de lengua y literatura desde que se enteró de que lo que ganábamos (así es la inocencia), que tiene unas grandísimas ganas de aprender y pasar por encima del hecho de que en su casa no haya más libro que las revistas de prensa rosa. Yo soy fan total suya desde que en 2º de ESO confesó públicamente que su ídola era su madre. Ya se lo dije, pagaría porque mi hija a tu edad diga lo mismo en público y lo demuestre en privado.
Pues bien, de la mano de Anita Pérez han surgido los momentos más duros para mi alumno testigo, el señor Beyer.

Momento A: A Anita le ponía y mucho José Arcadio Buendía. Se eligió hacer su descripción en el glosario; le puso de tag "machote" y en los comentarios en clase se explayó a gusto sobre virilidades tatuadas y potencia sexual. Interrogaba a sus compañeras y a servidora (y al señor Beyer) sobre el efecto que nos causaban las descripciones de los embates sexuales del protagonista y era fácil colegir qué efectos le provocaban a ella.
Esta es su descripción del personaje:

José Arcadio es hijo de José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, por lo tanto hermano de Aureliano y Amaranta. Físicamente es un hombre de construcción fuerte, muy apuesto (según mi imaginación), de ancha mandíbula, pelo corto y tatuado hasta en las zonas más oscuras. En fin, lo que nosotr@s llamamos ”un macho”.
Psíquicamente es un hombre valiente (salva al coronel Aureliano de ser fusilado) pero a la vez cobarde (al no aceptar al bebé que esperaba Pilar Ternera y fugarse con los gitanos).
Al ser un Buendía, le persigue la maldición de la soledad y del incesto (al acostarse con Pilar Ternera e imaginarse la cara de su madre; al casarse con su “hermana” Rebeca…).
Tiene una muerte muy simbólica. Es todo un misterio que nos deja con la incógnita. Su sangre hace un recorrido que llega a Úrsula (hijo expulsado vuelve a su madre, a sus orígenes en el momento de morir) y la conduce hasta su cuerpo inerte. El olor a pólvora siempre permanecerá en su cuerpo sin vida y en Rebeca.


(La negrita es mía)

MOMENTO B: Amaranta la obsesionó hasta su muerte, primero le parecía una “enferma” o una “bruja celosa”, después una “pederasta masturbadora”, aunque acabó sintiendo por ella la misma pena que su autor: “pobre mujer”.


MOMENTO C: José Arcadio Segundo también tenía lo suyo y también se pidió su descripción:

José Arcadio Segundo es el hermano gemelo de Aureliano Segundo, hijo de Arcadio y Santa Sofía. Úrsula cree que ambos fueron intercambiados en su infancia, ya que José Arcadio comienza a mostrar las características de los Aurelianos de la familia, al crecer siendo una persona pensativa y calmada. Le da a los vicios que Úrsula de alguna manera prohibió:
Es zoofílico
Se engancha a las peleas de gallos
Acaba con prostitutas

(La negrita vuelve a ser mía. Pueden imaginar sus comentarios.)


MOMENTO D: Para rematar los sonrojos del único chico de la clase, llegó el momento prolapso uterino de Fernanda del Carpio que las conmocionó a todas. Yo no dije nada, bastante hipertextuales son ellas y la propia novela como para ir dando ideas; el tema se lo trajo Anita de su casa: mosqueada por los rodeos pacatos del personaje al describir lo que le pasaba, investigó y vino con el diagnóstico: a Fernanda se le había descolgado el útero después del parto de Amaranta Úrsula. Finalmente, vía Google descargué una imagen bastante descriptiva para que entendieran por qué no podía mantener relaciones sexuales con su marido. Obvio aquí los comentarios, pero espero que el agobio que les provocó la imagen no les haga renunciar a la maternidad. Ya les he dicho que no es nada que no se pueda solucionar con un pesario, siempre que tu entorno no crea que lo usas para un rito vudú.

Y a todo esto, ¿qué hacía el señor Meyer? Pues reaccionaba ora con rubor, ora con más rubor y ora con rubor y encogimiento de cabeza entre los hombros. ¿Que si le ha gustado la novela? Dice que mucho. Aunque también comentó en un foro que lo que hacía falta en casa de los Buendía era un poquito de orden.

Y es que ya ven los berenjenales que trae la literatura: zoofilia, machomanes, tías pederastas y descolgamientos de útero. El incesto lo dejo aparte, si este chico ha estudiado la Biblia, ya sabe de qué hablamos. La suerte para él, es que ahora vamos con Jorge Manrique y que este año no toca La Celestina.

martes, octubre 17, 2006

Gustando playa

B*****, 2006, restaurante setentero, barato y bullicioso de cinco humildes platos a la brasa reconvertido (repintado) en restaurante del XXI, barato y bullicioso de cinco humildes platos a la brasa. En un momento dado, Violante y servidora, llevadas por la nostalgia, nos dedicamos a recordar un infausto episodio de nuestro pasado estudiantil. La cosa fue que llegamos tarde, muy tarde, a un examen de 3º de carrera con una profesora, a la par que marquesa –extremo sin confirmar-, de literatura de los siglos de oro. En el apresuramiento del porfavor, disculpe, etc. yo alcancé a oír de boca de la insigne dos consejos que repitió varias veces: “no leeré exámenes de más de tres folios” y “recuerden, señores, el mejor gerundio es el que nunca se usa”. Yo saqué notable y Violante escribió seis folios por las dos caras.

B*****, 2006, bar de copas, unas horas después, en mitad de una conversación, Violante mencionó la peculiar gramática de los anuncios por palabras, en concreto, la de los que buscan amistad y lo que surja y, en medio de los efluvios de las copas sumé gerundio, la marquesa y los anuncios y tuve un flash (back) y un dejà (vu), rebusqué en el bolso y en mi libreta de notas inútiles encontré una importantísima compilación que había olvidado.


B*****, 2006, unos meses antes, terraza de un antiguo hostal en donde, cuenta la leyenda, estuvo hospedada Ava Gardner mientras rodaba Pandora y el holandés errante –extremo sin confirmar-. Yo, esperando a que mi hija saliese de una actividad extraescolar, hojeaba aburrida el Diari de Girona. Sólo me sacó de mi letargo la terrible sintaxis y la no menos terrible semántica de unos anuncios por palabras que me apresuré a copiar en mi libreta. ¿Para qué? Bueno, las inutilidades tienen la ventaja de que no necesitan ser justificadas. Igual las usaba con los alumnos, o igual se las leía a mis amigos en una noche próxima de copas, o igual las colocaba en un post…


Vayan aquí algunos de ellos. Así, en general y, sin entrar en los contenidos, dos observaciones:

  1. Hay un contexto comunicativo que yo desconocía en el que el gerundio, pobre, siempre tan denostado por marquesas y filólogos, ocupó las posiciones que había perdido y se independizó incluso de verbos principales y auxiliares. ¡Viva lo durativo! ¿Qué se quieren definir?, digo, definiendo, pues nada, gustando playa, cine y leer.
  2. El adjetivo “similar” tiene un peligro tremendo, sobre todo si no se deja claro cuál es el término de referencia.
  • Pili, gustando cine, discoteca y pasear. Busco chico majo, alegre y buena persona.
  • Giovanna, 27 años, 1,60, 55 kg tranquila y gustando cine, deporte y leer. Busco persona seria y que sepa escuchar, para amistad sincera y honesta.
    (Tanto con "gustando"...¿Y ya puestos, por qué no buscando?)
  • Eli, 27 años, pelo negro, 1,50, 47 Kg y fumadora gustando playa. Busco chico similar y normalito.
    (O sea, que Eli busca un chico de 27 años, pelo negro…gustando playa, fumador y que, además, sea normalito. Lo tienes mal, Eli.)
  • Mujer, 54 años divorciada, 1,63, 60 kg, bien proporcionada, rubia, pelo largo, busca hombre similar para relación seria.
    (Más de lo mismo: no creo que haya muchos hombres de 54, rubios, divorciados y de pelo largo.)
  • Joan, de Barcelona. Me gustaría conocer chicas de edad similar. Girona.
    (Este discípulo de Gracián es mi preferido.)
  • Alguna mujer guapa, casada, femenina, delgada, mucho pecho, que se sienta sola para amistad y darnos cariño. Yo treintañero, Manresa.
    (El treintañero ha hecho bien en poner “alguna”; pero le ha faltado el ¿existe?) (Y ese "darnos" también tiene lo suyo)

    Para acabar, este ejemplo perfecto de cómo acotar los campos de búsqueda:
  • Mujer de 28 años y casada busca chica para relación esporádica. Abstenerse lesbianas.

    En fin, aquí Julieta, 1,65, 53 kg, bien proporcionada, tozuda, pelo corto, gustando perder el tiempo, la playa y leer, busca chico/-a de edad similar y normalito/-a que le guste corregir exámenes ajenos para relación seria y honesta. Abstenerse profesores.

lunes, octubre 02, 2006

El que lee, león

Lu propone una lista de lecturas para alumnos de ESO en las que se mezclan obras literarias y lecturas “para jóvenes” y se abre en sus comentarios el eterno debate sobre en qué queda nuestra misión: en iniciarles en la literatura o en que lean a secas.
Y todos opinamos, yo la primera, sobre cuál debe ser nuestra postura delante de las lecturas prefabricadas para jóvenes.
Yo, desde luego, sé cuál es la mía… ahora: las miro desde mi balcón y las castigo con el látigo de mi indiferencia, aun a riesgo de perderme algo interesante, supongo.
He dicho ahora. Porque he hecho un somero examen de mi educación literaria y, grosso modo, puedo afirmar que, antes de convertirme en una lectora selectiva, fui leona, o sea, lectora compulsiva, sin discernimiento ni criterio alguno.

No me voy a remontar a la primera infancia, sino a las edades que nos interesan.
A los diez u once años, me regalaron una colección de doce novelas de Salgari y me volví fanática total de Sandokán y de Yáñez; pero hay que decir que no lo era menos de las pseudonovelitas de Enyd Blyton que hoy le censuro a mi hija por carcas, machistas y antediluvianas.
Luego tuve la hepatitis y los tres meses de reposo absoluto me dieron para leerme Las mil y una noches, El decamerón y Rojo y negro; justo los libros que mi madre me dijo que dejara para más adelante. Pero también engullía (y supongo que vomitaba) los libros de un tal Martín Vigil, un autor tremebundo y “con mensaje” que me podía haber hecho mucho daño de no ser yo tan refractaria a sus consignas. Y además (sigo en 6º de EGB) también cayeron las obras completas de Álvaro de la Iglesia (sí, he dicho Álvaro de la Iglesia), con títulos como “En el cielo no hay almejas” –cito de memoria- porque era lo que me daba la hermana bibliotecaria cuando había terminado los deberes. Y me los leía sin rechistar.
En octavo de EGB (ya sabéis, 2º de ESO) yo y media clase, devoramos "Cien años de soledad" y “Nada” enredadas por el boca-oreja que funcionaba lo mismo con los chicos que con los libros. Pero entre Buendía y Buendía, también consumí sin prejuicios ni vergüenza una colección que circulaba de forma casi clandestina en el internado de monjas y que tenía títulos tan sugerentes como “Sara T: retrato de una joven alcohólica”. Del autor no puedo decirles nada y eso que mi memoria tiene mucha capacidad para almacenar inutilidades.

En fin, resumo, que después llegaron Dickens y Dostoievski y Dashiell Hammett y Cortázar y muchos más y también supongo que algo de literatura basura que he olvidado y me fui volviendo criticona y selectiva… Y, así, después de haber sido una leona, llegué yo a la literatura que me gusta hoy y que es la que me sale de mi canon y no siempre del canon de los demás.
Y resulta, pues, que en mi haber cuentan cosas mucho peores que esas que tanto me cuesta recomendar ahora porque se me indigesta terriblemente la literatura para jóvenes, las obras de teatro adaptadas para jóvenes y, en general, todo el edulcoramiento excesivo con el que se disfrazan las realidades para que los jóvenes traguen la píldora sin esfuerzo. Y es que, a pesar de haberlo consumido, yo creo que ahora sobra un poquito de azúcar.

Para terminar, una anécdota que lo muestra.
Hace tres años llevé a los alumnos de literatura a ver una adaptación de Fuenteovejuna para jóvenes. Habíamos leído la obra y pasaron tanta vergüenza ajena como yo. El grupo teatral le enmendó la plana a Lope con total frescura: cortó los fragmentos que –supongo- juzgaron excesivos para la capacidad mental de unos alumnos de secundaria y adornaron la obra con añadidos “superexplicativos” y “supercontemporizadores” de cosecha propia entre los que abundaban las simplificaciones y el léxico pseudoadolescente, tipo “tronco” y tal.

Para acabar de distraer al público asistente, la actriz que hacía de Laurencia sometía su corta falda a un revoloteo constante y, cuando se estaba quieta, se sentaba en un cajón con las piernas abiertas. Y, supongo que lo han adivinado, ahora sí, ahora no, se le veían las bragas. Ya saben, un detallito de esos que a los, aproximadamente, 120 alumnos de ESO que llenaban el teatro les basta para no atender ni miaja dentro y para hacer chistecitos en la puerta. En total (que dicen mis alumnos), un desastre. O, como observaron acertadamente mis -abochornados a la par que divertidos- bachilleres, “ridículo”. O como diría mi amiga Violante: “Manolete, si no sabes torear, ¿pa qué te metes?”.

lunes, septiembre 25, 2006

Vejeces

Bueno, me he incorporado virtual y presencialmente a mis rutinas escolares y, de entrada de curso y al hilo de un texto que trabajamos, les pedí a los alumnos de 1º de Bachillerato que explicasen lo que pensaban acerca de nuestra profesión.
Esta es una pequeña selección del sentir general:

  • Tengo alumnos relativistas, redundantes y de opiniones mudables:

    La enseñanza, desde mi punto de vista como alumna que soy, pienso que no es una profesión fácil. O al menos eso parece. ¿De alto riesgo? Bueno, si lo comparas con los trabajadores que pintan o limpian las fachadas de un séptimo piso, no lo es. Pero verdaderamente, sí que algo de riesgo tiene. Hasta creo que es una de las profesiones más difíciles que hay.

  • También tengo alumnos inconscientes de las trampas del lenguaje

    Los profesores, aparte de su profesión, también son personas, y como tales se les debe un respeto.
    (Queda claro que a esta le pasa conmigo, lo que a mí con las monjas, que tardé años en dilucidar, si además de monjas, eran mujeres y, por ende, personas.)

  • Tengo alumnos alarmistas, pero comprometidos con las reivindicaciones salariales del cuerpo docente.

    Y los compañeros no son los únicos afectados ya que en numerosas ocasiones el profesorado también ha debido aguantar insultos, vejeces (sic) e incluso agresiones. No obstante, esto siempre ha sido así, pero en la actualidad, el número de afectados ha subido notablemente y el de suicidios también ya que antes eran escasos.
    La verdad, nadie tiene como meta sacrificarse toda la vida por un trabajo esclavo que te da un sueldo insuficiente.
    (Las negritas son mías)

  • Tengo alumnos más alarmistas todavía:

    Si yo fuera profesor del IES ***********, me pondría serio con los alumnos desde el primer día porque si no lo haces, pueden pasar dos cosas, que tengas mucha suerte y que te toquen alumnos buenos que no te pondrán ningún problema o que no tengas tanta suerte y te toque algún “liante”, lo pases muy mal y llegues a desear no haber nacido.

  • También tengo alumnos listos

    Algunos empiezan a ponerse nerviosos. No hablo de los alumnos, que unas veces son víctimas, pero que otras se convierten también en verdugos. Son más bien los profesores, especialmente los de secundaria, los que tienen motivos de sobra para sentirse intranquilos. Y es que con el inicio del curso, de nuevo tendrán que soportar la enorme carga que supone ejercer la responsabilidad docente.

    La incorporación de nuevas tecnologías, la problemática social, la diversidad en las aulas, la responsabilidad, etc, son algunas causas que han llevado a los trabajadores del sector docente a realizar un gran esfuerzo de adaptación a los cambios escolares que implica un cierto grado de estrés, provocando anomalías en su salud física y mental. El deber de realizar bien el trabajo también supone un tipo de presión para el profesional docente. Está en sus manos la formación de una generación futura de nuestra sociedad. Su tarea, aparte de transmitir sus conceptos e ideas, es la de formar un grupo de población humanamente correcta.

    Ante una sociedad tan competitiva, el personal docente debe adaptarse a las nuevas tecnologías, a nuevos métodos y profundizar aún más en sus conocimientos, es decir, deben renovarse constantemente. Sólo de esta forma se puede obtener una enseñanza de calidad en beneficio de todos.

Para concluir, yo tendría que quedarme con algo de lo que dicen mis dilectos discentes. Aquí voy a obviar la sensatez de mi educadísimo y listo alumno chino, aunque lo de las “anomalías” me gusta bastante. Lo que elijo, señores, es el acierto involuntario de mi alumna tremendista, a la par que futura sindicalista: esta profesión nos trae vejeces. ¿Acaso hay algún otro oficio con el tiempo tan medido, tan contabilizado y que tenga como cliente a un sector de la población que, entre otras cosas, es una referencia temporal con piernas? Semanas, meses, trimestres, años académicos, trienios, sexenios… Y tú, cada curso, un año mayor que tus alumnos y, lo que es peor, acercándote o sobrepasando la edad de sus padres. Definitivamente deprimente. Deberíamos tener un plus por este exceso de constancia del tiempo que pasa. Feliz septiembre.

ADDENDUM

Viene este añadido a ratificar que mi alumno chino, no es que sea listo, es que es listísimo. Estaba yo mosca porque su nivel de expresión es habitualmente excelente, pero ese comienzo tan retórico no cuadraba con su estilo. Siguiendo mi intuición, he consultado con el oráculo... y he aquí de dónde lo ha sacado. Yo soy aún más lista, pero seré buena, lo humillaré lo justo; después de todo, se ha documentado y domina el copypast.

miércoles, junio 21, 2006

cojos y cachas

Como desde siempre me han gustado mucho los carteles callejeros, las pintadas o gratifis y las letrinalias (dícese de las inscripciones de pared y puerta de váter), me he puesto a preparar una actividad sobre el tema para mi deleite y para el de mis alumnos del curso que viene. En estas, calro, que me han venido a la cabeza dos de mis pintadas favoritas. Las dos han estado años y años en el trayecto que va de mi pueblo a Zaragoza. No tengo foto.
La primera, a la entrada de mi pueblo, en un masico abandonado decía inicialmente:
ROJOS SÍ
FACHAS NO
Pero vino un facha, tachó los adverbios y los invirtió:
ROJOS NO
FACHAS SÍ
Luego vino un rojo y procedió de forma contraria.
Y luego pasó otro facha, y luego otro rojo... Y la cosa hubiera acabado de forma bastante borgiana (es decir, no hubiera acabado nunca) si una mano neutral no hubiera pasado por allí para retocar las consonantes iniciales:
COJOS NO
CACHAS SÍ
A ver, no se sabe si la mano era roja o facha; lo que es casi seguro es que no tenía problemas de movilidad en las extremidades inferiores. Hasta donde yo sé, nadie volvió a tocar la pintada, aunque creo que tiraron el mas antes de que llegaran los tiempos de la corrección política. La cosa se podía haber prolongado y yo ya tenía otras propuestas; algunas facilonas: PIOJOS NO, CACHAS SÍ; FLOJOS NO, CACHAS SÍ; otras rebuscadas: ABROJOS NO, CACHAS SÍ; SONROJOS NO, CACHAS SÍ; incluso otras malsonantes: RASTROJOS NO; _____ SÍ (el que no conozca el dicho, que lo aprenda).
Mi segunda pintada era más sencilla y mi aprecio por ella, subjetivo. Pasado Fuentes de Ebro, después de aquella de "ARAGÓN YE NAZION" y en letras muy muy grandes decía:
PILI, TE QUIERO MUCHISMO
No hay ningún error, en mi tierra, le quitas letras al superlativo y se multiplica por tres la intensidad. Eso lo sabía de sobra el novio de la Pili.


Enlaces recomendados:
La Flor de farola de José Antonio Millán y el cartel por antonomasia.
Una magnífica antología "Lo vi por la calle" en el flickr Seré tu accidente

martes, mayo 30, 2006

Balcones


1. Con lo que me gustan a mí los balcones y las ventanas, casi sólo por ver éste, mereció la pena el viaje a Castellote de Semana Santa. Castellote es un pueblo de Teruel con un bolero y una sede de Dinópolis que se llama el Bosque Pétreo. Lástima que a un nombre tan sugerente no le corresponda un contenido, ni siquiera plúmbeo, por hacer un ripio asonante. El museo? es un cajón de hormigón vacío. Hasta a la chica que explicaba? cosas? se le notaba que le daba apuro darnos paso a la sala de huesos de cartón piedra, alguna foto y doce muestras de árboles fosilizados.
Menos mal que el pueblo es bonito y había un cielo de tormenta de primavera que estalló cuando estábamos a punto de coronar el castillo. Y a los niños, lo de chipiarse y verme descender con tacones por los cantos rodados y mojados les pareció mil veces más divertido/entretenido que doce parques temático-instructivos juntos.
Ni que decir tiene que en el delectare, llevaban el docere: nunca emprendas una ascensión con zapato de tacón.
Además, salió el arcoriris.
2. Voy a hacer las maletas para pasar tres días en Roma. Mi amigo Toni me dijo el otro día: "Tu hija debe de estar ilusionadísima por ir a Roma". Su afirmación me llevó a la reflexión y en diez segundos estuve en condiciones de responder. Pues mira, no, en concreto, mi hija está ilusionadísima por viajar en jueves y viernes, perderse el examen de sociales y tal. Pero lo de Roma... pues, como si fuera Botorrita. Teniendo en cuenta que a los nueve años ha estado en París, Estambul, Rodas, Sirmione, Verona, Creta... y media España, ¿qué le viene a ella de ir a Roma? Si es que lo que se gana en abundancia, se pierde en ilusión.
Cuando yo era pequeña y de pueblo, pueblo, había una rima infantil de escoger quién la paraba; se salvaba el que hubiera estado en un sitio al que no hubieran ido los demás. Mi prima Tati tenía asegurada de forma permanente la salvación y eso que su palabra mágica era Torredembarra (Tarragona). Yo tenía mis sitios exóticos, no crean, por ejemplo, el Monasterio de Piedra, pero como también tenía una hermana y nuestros padres tenían por costumbre veranear con ambas, pues ya no podía ser la única. Me dicen a mí a los nueve años, Roma y avión, escondo a mi hermana en el granero y no la vuelvo a pagar ni a tulallevas ni a escondicos ni a nada de nada hasta que no acabe la EGB.

viernes, mayo 12, 2006

Tocayas o colombroñas

Una de las maneras de perder el tiempo que más se ha institucionalizado desde que existe Google es la de teclear de tanto en tanto el nombre de amigos, enemigos y demás familia para ver si están en la red y cómo.
Y, claro está, la de teclear el de uno mismo para ver:
a) si sale
b) si hay otros yoes pululando por el mundo mundial. Esto es, en busca de la otredad de uno mismo. Yo lo hice el otro día, y, sí, tenía muchas otras cosas más importantes a las que dedicar mi rato, pero tengo un máster avanzado en perder el tiempo en inutilidades varias como demuestra este post mismo.
El resultado no crean que no me desazonó. En primer lugar, diré que dispongo, por vía paterna de un apellido que no es muy habitual, así que, no llamándome Pérez –que también, aunque de sexto- no esperaba encontrar tantos yoes y, menos en las noticias necrológicas, uso que, por otra parte, no pensaba que fuese tan habitual en la red.
Estas son algunas de mis tocayas o colombrañas:

HAY

Una asistente social en Madrid que organiza mesas redondas
Una psicóloga orientadora que da cursos de inteligencia emocional
Una votante del censo de Filipinos residentes en Milán que puede votar en Lian, Batangas
Una directora de colegio de Zaragoza
Una chica que regenta un hotel rural con encanto (esta es mi prima)
Una poeta, asesora literaria y guionista de radio argentina
Una prometedora pintora de Mendoza, Argentina
Una colaboradora de una revista revolucionaria argentina
Una chica de Vizcaya que busca un piso amplio (cuatro habitaciones) en Bilbao
Una alumna de 5º B del colegio Joaquín Costa que ha escrito un poema sobre la paz
Una de los cien esquiadores que nunca más lo hará en Formigal
La autora de un libro sobre Gestión administrativa de la compraventa

Necrológicas
Una chica de Montevideo a la que se le ha muerto su padre y que tiene dos hermanas, Silvana y Carmela Susana.
La viuda argentina de JFE con un hijo y dos nietos
Una mujer bonaerense a la que se le ha muerto su tía


APLICACIONES DIDÁCTICAS:
Para que esta pérdida de tiempo no se aposente sobre mi conciencia, se me ocurre una actividad con los alumnos:
Teclear su nombre en el Google
Elegir una las vidas de sus otros-yoes
Escribir un relato sobre las andanzas de uno de sus tocayos o colombroños (bonita palabra); un “si yo fuera…”
Textos de apoyo: un artículo de Juan José Millás que se titula “Vidas confusas” y otro que se titula “666”.

No me dirán que no es borgiano. Yo me pondría o de votante filipina residente en Milán o de prometedora pintora argentina.

Por cierto, para la etimología de tocayo, hay dos teorías: la que dice que viene o del nahuatl: to- ‘nuestro’, y caitl, ‘nombre’, y la que prefiere como origen la frase ritual latina que le decía la novia al novio: ubi tu Cajus, ego Caja (“si tú eres Cayo, yo Caya”). ¿Le entraría la risa a la comitiva nupcial?.

martes, abril 25, 2006

La importancia de la ventilación

Llevo tanto tiempo sin aparecer por aquí, que ni recordaba mi nombre de usuario. He tenido que consultar mi libreta de nombres de usuario, libreta que, a la sazón viene a tener unas cien entradas. O más. Porque, ¿qué he hecho en este ínterin?
  1. Darme de alta en tropecientos servicios gratuitos de la red; a saber: generadores de encuestas, almacenadores de fotos, revistas, tratantes de imágenes...
  2. Discurrir nombres de usuario alternativos, dada la abundacia de julietas y romeos en el mundo telemático. El registro que se me puso más difícil fue uno en el que probé con: julieta, romeo, anabela, segismundo, galatea, troya, polonia, soberbia, ojoshidropicos. (PREGUNTA: ¿Qué libro tenía abierto a mi vera? ADIVINANZA: ¿Qué nombre de usuario resultó validado?
  3. Armar un aula virtual moodle que es un primor.
  4. Ir en bicibleta.
  5. Irme de vacaciones.
  6. Convalecer, mientras mi ordenador seminuevo sufría un calentón causado por su ventilador nuevo. De hecho, aquí estoy/estamos a 45º. Tiene/tenemos puesto un termómetro de ordenadores, Aida32 se llama, que me mantiene informada no sea que pase de 50º y haya meterle/meternos en la bañera.

Y como decía aquel, y eso.