martes, mayo 30, 2006

Balcones


1. Con lo que me gustan a mí los balcones y las ventanas, casi sólo por ver éste, mereció la pena el viaje a Castellote de Semana Santa. Castellote es un pueblo de Teruel con un bolero y una sede de Dinópolis que se llama el Bosque Pétreo. Lástima que a un nombre tan sugerente no le corresponda un contenido, ni siquiera plúmbeo, por hacer un ripio asonante. El museo? es un cajón de hormigón vacío. Hasta a la chica que explicaba? cosas? se le notaba que le daba apuro darnos paso a la sala de huesos de cartón piedra, alguna foto y doce muestras de árboles fosilizados.
Menos mal que el pueblo es bonito y había un cielo de tormenta de primavera que estalló cuando estábamos a punto de coronar el castillo. Y a los niños, lo de chipiarse y verme descender con tacones por los cantos rodados y mojados les pareció mil veces más divertido/entretenido que doce parques temático-instructivos juntos.
Ni que decir tiene que en el delectare, llevaban el docere: nunca emprendas una ascensión con zapato de tacón.
Además, salió el arcoriris.
2. Voy a hacer las maletas para pasar tres días en Roma. Mi amigo Toni me dijo el otro día: "Tu hija debe de estar ilusionadísima por ir a Roma". Su afirmación me llevó a la reflexión y en diez segundos estuve en condiciones de responder. Pues mira, no, en concreto, mi hija está ilusionadísima por viajar en jueves y viernes, perderse el examen de sociales y tal. Pero lo de Roma... pues, como si fuera Botorrita. Teniendo en cuenta que a los nueve años ha estado en París, Estambul, Rodas, Sirmione, Verona, Creta... y media España, ¿qué le viene a ella de ir a Roma? Si es que lo que se gana en abundancia, se pierde en ilusión.
Cuando yo era pequeña y de pueblo, pueblo, había una rima infantil de escoger quién la paraba; se salvaba el que hubiera estado en un sitio al que no hubieran ido los demás. Mi prima Tati tenía asegurada de forma permanente la salvación y eso que su palabra mágica era Torredembarra (Tarragona). Yo tenía mis sitios exóticos, no crean, por ejemplo, el Monasterio de Piedra, pero como también tenía una hermana y nuestros padres tenían por costumbre veranear con ambas, pues ya no podía ser la única. Me dicen a mí a los nueve años, Roma y avión, escondo a mi hermana en el granero y no la vuelvo a pagar ni a tulallevas ni a escondicos ni a nada de nada hasta que no acabe la EGB.

viernes, mayo 12, 2006

Tocayas o colombroñas

Una de las maneras de perder el tiempo que más se ha institucionalizado desde que existe Google es la de teclear de tanto en tanto el nombre de amigos, enemigos y demás familia para ver si están en la red y cómo.
Y, claro está, la de teclear el de uno mismo para ver:
a) si sale
b) si hay otros yoes pululando por el mundo mundial. Esto es, en busca de la otredad de uno mismo. Yo lo hice el otro día, y, sí, tenía muchas otras cosas más importantes a las que dedicar mi rato, pero tengo un máster avanzado en perder el tiempo en inutilidades varias como demuestra este post mismo.
El resultado no crean que no me desazonó. En primer lugar, diré que dispongo, por vía paterna de un apellido que no es muy habitual, así que, no llamándome Pérez –que también, aunque de sexto- no esperaba encontrar tantos yoes y, menos en las noticias necrológicas, uso que, por otra parte, no pensaba que fuese tan habitual en la red.
Estas son algunas de mis tocayas o colombrañas:

HAY

Una asistente social en Madrid que organiza mesas redondas
Una psicóloga orientadora que da cursos de inteligencia emocional
Una votante del censo de Filipinos residentes en Milán que puede votar en Lian, Batangas
Una directora de colegio de Zaragoza
Una chica que regenta un hotel rural con encanto (esta es mi prima)
Una poeta, asesora literaria y guionista de radio argentina
Una prometedora pintora de Mendoza, Argentina
Una colaboradora de una revista revolucionaria argentina
Una chica de Vizcaya que busca un piso amplio (cuatro habitaciones) en Bilbao
Una alumna de 5º B del colegio Joaquín Costa que ha escrito un poema sobre la paz
Una de los cien esquiadores que nunca más lo hará en Formigal
La autora de un libro sobre Gestión administrativa de la compraventa

Necrológicas
Una chica de Montevideo a la que se le ha muerto su padre y que tiene dos hermanas, Silvana y Carmela Susana.
La viuda argentina de JFE con un hijo y dos nietos
Una mujer bonaerense a la que se le ha muerto su tía


APLICACIONES DIDÁCTICAS:
Para que esta pérdida de tiempo no se aposente sobre mi conciencia, se me ocurre una actividad con los alumnos:
Teclear su nombre en el Google
Elegir una las vidas de sus otros-yoes
Escribir un relato sobre las andanzas de uno de sus tocayos o colombroños (bonita palabra); un “si yo fuera…”
Textos de apoyo: un artículo de Juan José Millás que se titula “Vidas confusas” y otro que se titula “666”.

No me dirán que no es borgiano. Yo me pondría o de votante filipina residente en Milán o de prometedora pintora argentina.

Por cierto, para la etimología de tocayo, hay dos teorías: la que dice que viene o del nahuatl: to- ‘nuestro’, y caitl, ‘nombre’, y la que prefiere como origen la frase ritual latina que le decía la novia al novio: ubi tu Cajus, ego Caja (“si tú eres Cayo, yo Caya”). ¿Le entraría la risa a la comitiva nupcial?.